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Lectura de obras

Luzuriaga y su juventud

Cuna de los hombres exitosos

miércoles, 27 de junio de 2018

Hasta siempre Julia

A Julia Chico, maestra de primaria, la conocí por los años 1991. Ella trabajaba en Moisés Colonia Trinidad. Yo recién empezaba en la docencia estatal. Mejor dicho, había salido de la universidad y trabajo no había para los estudiantes de universidades nacionales. En las Ugeles trabajaban los huestes apristas. Era complicado encontrar un trabajo.

Cuando llegué a Moisés Colonia, institución que se halla en el paradero 20 de Av. Las Flores, la profesora Julia me acogió con amabilidad, mientras los otros docentes me miraban con recelo. Me integró a su grupo. Ella era muy activa y apreciada por sus padres de familia. Era una de las mejores en ese grupo de docentes.

Unos años después sufrió un accidente en su domicilio. Aunque se recuperó, la vi con dificultades en su labor en Toribio de Luzuriaga y Mejía. Sin embargo, no dejó de estudiar. Llevaba una maestría pensando en mejorar sus estrategias pedagógicas. A veces, estudiamos como si vamos a ser eternos. No dejamos de mejorar, aunque la sociedad y el sistema no reconozcan el esfuerzo.

Hay algunas cualidades que debemos resaltar. Por ejemplo, se encargaba de la educación de su sobrino. Dejaba de comer para darle a su sobrino. No se ganaba pleito alguno.

Su partida deja un vacío, especialmente para quienes la conocimos. Dudo que la cantidad de estudiantes que oyeron su voz entre las paredes, la recuerden. Así es la vida del maestro, pasas al anonimato y acabas entre el recuerdo de tus familiares, a quienes sacrificaste en los mejores tiempos por dedicarte a los hijos de otros. A veces, sin darte cuenta olvidas la salud y, cuando el mal dice "presente", ya es tarde. Tienes que admitirlo y como cualquier niño malcriado te empieza a enfermar.

Hasta siempre, Julia.