Tareas pendientes

Lectura de obras

Luzuriaga y su juventud

Cuna de los hombres exitosos

jueves, 6 de mayo de 2010

Mi relación en Luzuriaga 2010

Las ganas de educar a veces son intensas y otras parcas, abúlicas y obligadas.

En estos dos meses y medio estoy reemplanzando a una hormiga -en el sentido trabajador: dicen- y como creo no asumo una pedagogía para competir, me siento bastante incómodo a la hora de realizar mis labores de educador. Prefiero llevar a los estudiantes a mi estilo, con un estado emocional empático, y no hay nada mejor que duradero.

Ahora, está a mi cargo cuatro salones: Uno de tercero, con quienes nos llevamos bien y siguen preocupados en estudiar. Con los alumnos de Tercero B ya nos hemos acostrumbrado y son responsales: Se aprecia autocontrol el Lady Mamani, Liliana Domínguez, Leidy Barahona, Karen Hinostroza y casi todas la mujeres; también hay de los que arrastran el aula hacia atrás; son, generalmente, los varones. 

En los tres salones de quinto está mi talón de Aquiles. En el primero, los jóvenes, en su mayoría, están preocupados en el sentimiento. En cada dos carpetas hueles a amor, pasión. En otra aula, lo prioritario es el negocio; entonces, porque tienen que vender algún producto, descuidan sus materias. Y el último salón, me parece más inteligente, hay mayor responsabilidad; en horas de clase opinan, sugieren y preguntan; en el aspecto organizacional están alborotados y -a la vez- sin rumbo.

En estos grupos, con la dedicación que muestran, tendrían gran futuro Cinthia Vílchez, Vargas; López, González; Hinostroza, Flores M., Manrique, Córdova, Burga, Ramos (bastante crítico a la realidad), Arteaga D., Pérez, Muñoz, Cánepa, Melgarejo, Echevarría, y casi todos de este salón.
Ese es el clima emocional que me embarga a diario en esta relación con los estudiantes de Luzuriaga.